Sentimiento agridulce el que nos deja esta edición de la Semana Mayor sanluqueña, por varias razones evidentes:
Quizá nadie recuerde quedarse dentro del templo un Viernes Santo. Todos sabéis las causas: la predicción meteorológica no era nada halagüeña para la tarde, por lo que la decisión de nuestra Junta de Gobierno era prudente. No había lugar a exponer patrimonio humano y material a un hecho que parecía claro: la lluvia, la cual no se materializó. No obstante, nos queda el consuelo de que en las ciudades más importantes (Jerez, Cádiz, Sevilla...) se tomó la misma determinación. Así acertamos todos.
Por otra parte, entristeció bastante no poder dar salida a la gran ilusión que los más pequeños guardaban dentro: acompañar a Ntra. Sra. y convertirse -algunos por primera vez- en nazarenos de Mª Stma. Tampoco nos cabe duda que, el próximo año, ese sueño se hará realidad, siendo disfrutado de manera más intensa.
La otra cara de la moneda la puso el Santo Entierro Magno en la que nuestra Hdad. participó (no exenta de un temor casi masticable ante la baja probabilidad, pero posible caída de precipitaciones). Sanlúcar y otros municipios de la provincia y anejos a ella se volcaron con el mismo haciendo de nuestra ciudad un auténtico hervidero de gente.
La última guinda amarga la puso el fallecimiento, días después de la Pascua de Resurrección, de nuestra hermana número 1: Doña Carmen Palacios -madre del nuestro querido e insigne compositor Salvador Daza Palacios-. Nos queda la esperanza y el consuelo de que nuestra querida Carmelita disfruta ya de una Gloria ganada a pulso.
En próximas entradas trataremos de mostraros algunas instantáneas de lo que ha dado de sí nuestro Viernes y Sábado Santo. Y recordad que ya falta menos de 1 año para una nueva edición de nuestra Semana Mayor.
